miércoles, 3 de diciembre de 2008

El Pedo de la Gitana


-Y qué es eso del Pedo de la Gitana - le pregunté intrigao.
-¿El Pedo de la Gitana?...je je... ¡Qué jodío Vicente! ¡El Pedo de la Gitana! ¿Pero tú no has oído nunca lo que pasó? - me encogí de hombros sin responder y el Higinio empezó con la historia.
-Érase una vez...je je...- se rió en voz alta mientras miraba la cara de interés de tos nusotros - Es una historia que hay por Taravilla y Poveda - Nos parecía que no iba a comenzar nunca, pero por fin se arrancó.
-Cuentan los viejos del Alto Tajo, que hace muchos, muchos años, antes de que reinara Carolo, llegó desde Molina a Taravilla, una familia de gitanos. Los padres, cuatro muchachos pequeñuchos, arochos, sucios y renegríos, dos cabras titiriteras, un perro lanudo que bilaba en dos patas, y un oso con un collar de cuero y una cadena. Vivían en su carro con lona, del que tiraban dos caballos más viejos que el amo. Era tiempo de siega y se pusieron por la noche a hacer títeres en la plaza. El gitano tocaba el alaúd y la trompeta. La gitana alta fuerte y flamencona, con unos molletes como unas aguaeras partías en dos y unas tetas que pa sostén le estaban pequeñas mis alforjas - Higinio hacía gestos con las manos abiertas a un palmo de su pecho - cantaba, y tocaba las castañuelas. El perrucho bailaba, las cabras se subían a un tarugo y el oso se vantaba sobre las dos patas traseras y abría, como amenazando, los brazos y la boca. Pero eran ya más de las once de la noche y apenas ocho zagales acudieron a la función. En el sombrero, que paseaba uno de los gitanillos, había cuatro perras, poco más de un real, con las que no sacaron ni pa comer. Así estuvieron tres días. La gitana que tenía más hambre que el perro del sacristán, acusó a los del pueblo de que eran unos muertos de hambre que no tenían ni pa los diezmos. Entonces el posadero, el tío Juan Muelas, que era el más rico del pueblo, se picó y le hizo una apuesta:
-Si os comís entre tos una parte de cien de las judías que tengo en mi almacén, os regalo diez veces las que comáis, siempre que sea como mínimo media arroba - A la gitana se la abrieron unos ojos como sartenes; aceptó sin pensarlo dos veces y con gran algazara lo celebró toda la familia.
Después de tre días sin comer ya os podís imaginar el hambre que tenían.
El tío Juan Muelas tenía huertas sembrás de judías cerca del río Cabrillas y en el almacén noventa y ocho costales de los de arroba y media cada uno. Preparó su mujer la caldera de las morcillas vaciando en ella más de medio costal de judías, más de una ocena de cebollas, manteca, sal y pimentón en abundancia y coció las judías. Los vecinos curiosos abarrotaban el portal ansiosos por comprobar el resultado de la apuesta. Empezaron a comer, cuentan que a eso de las once y a las doce, cuando apenas iba media la caldera, los cuatro muchachos estaban ya a punto de reventar y solo comían la gitana y su marido. Este aguantó cuanto pudo y aún quedaba casi medio caldero.
-En mi tierra esto se come con pan - protestó la gitana flamencota y desafiante.
La mujer del posadero sacó un pan de a libra y la gitana se lo comió en menos de un suspiro.
-Va a reventar igual que un arcón viejo - comentó muy serio uno de los curiosos que asistían a la función.
-¿Reventaar?... Esta come más que el mismo Cristo después de ayunar cuarenta días. Se come la Muela del Conde y luego echa merienda. ¡Me cagüen la contribución! - maldecía el posadero.
La gitana gorda sudaba, colorá como un chil y con los ojos saltones, se dejó la cebolla más gorda pal final y se la zampó en un santiamén mientras el caldo le chorreaba por las comisuras. Dicen que era poco más de la una.
El tío Juan Muelas había perdido la apuesta mientras los curiosos de pueblo reían y hablaban sin parar de la hazaña. Nunca se había conocido en Taravilla nada igual. El rico posadero hizo las cuentas y le tuvo que dar a los gitanos seis costales de arroba y media, un almud que se llevó ella en el mandil y diez panes. Las cebollas no las quisieron. Con su cargamento, por la Ermita de San Mames salieron en dirección a Peñalén. El camino pedregoso y en cuesta se hacía fatigoso sobre to pa la gitana.
Cuando iban llegando a la Muela del Conde, ende la que se ve la Laguna de Taravilla, estaba atardeciendo y las judías iban haciendo efecto en la mujer ¿Comprendís? - Higinio nos miró con cara de pícaro y nosotros asentimos entusiasmados con la historia porque adivinábamos lo que iba a pasar - Tras acabar el río Cabrillas llegaron al Tajo y bajando media legua, ande hay un peñasco vertical mucho más alto que la torre de la iglesia, la gitana no pudo aguantar más. Las tripas se le meneaban dentro del mondongo como un gato en un talego y, dijo ella que sin querer, pero... soltó un pedo... ¡un pedo! - elevaba Higinio las manos abiertas por encima de la cabeza - ¡más fuerte que la traca!...¡Descomunal! Se oyó hasta en Checa y Orea - reímos todos- Dio en medio de la cresta del peñasco y arrancó de mitá del peñasco una lastra redonda que dejó un bujero tamién redondo de... lo menos... quince varas de alto. La piedra que arrancó cayó entera al río, de canto, y salió rulando río Tajo abajo más de 7 leguas, rompiendo puentes y arrancando pinos.
(...)
-Eso pasó cuando el terremoto de Lisboa... hace unos cien años, pal año... el año... sobre el 1755 o por allí... vamos fue el mismo año que el terremoto- afirmó absolutamente seguro, nusotros, callaos le seguíamos mirando- Sí, fue el año del terremoto porque el Pedo de la Gitana fue el que lo produjo- las sonrisas de mis amigos se tornaron en carcajás. Higinio pareció molestase.

(...)

Alfonso Calle
Noches de Serranía

3 comentarios:

Lavernne & Persephone dijo...

Vale, me has podido ¬¬, no se de donde sacas semejante tontá pero me has podido. KO tecnico... Enhorabuena...

Neza dijo...

jejeje....
gracias, mi trabajo me ha costado mecanografiarlo todo

міяоисете dijo...

Jajaja. Hola. Ha sido muy bueno. Eso digo yo, ¿de dónde sacaréis estas cosas? Un saludo. Sigue así.